Fechas clave
- ca. 40.000 a. C.: Aparición del Homo sapiens moderno en Europa.
- ca. 10.000 a. C.: Fin del Paleolítico superior y transición al Neolítico.
- ca. 3.300 a. C.: Invención de la escritura. Fin de la Prehistoria.
Ficha técnico-artística

El hombre de la Tierra (Richard Schenkman, 2007). Duración: 87 min. País: Estados Unidos. Guion: Jerome Bixby. Música: Mark Hinton Stewart. Fotografía: Afshin Shahidi. Reparto: David Lee Smith, Tony Todd, John Billingsley, Ellen Crawford, Annika Peterson, William Katt, Alexis Thorpe, Richard Riehle. Productora: Falling Sky Entertainment
Sinopsis
John Oldman, un profesor universitario, reúne a sus colegas para despedirse, pero durante la conversación hace una revelación asombrosa: afirma tener más de 14.000 años de vida. Dice haber nacido en el Paleolítico y haber atravesado milenios de historia sin envejecer. Su confesión desencadena una acalorada discusión sobre ciencia, religión, historia y verdad, obligando a sus interlocutores —todos expertos en distintas disciplinas— a revisar sus propias creencias.

Valoración crítica
El hombre de la Tierra es una película profundamente insólita. Sin efectos especiales, sin escenarios espectaculares y con un presupuesto irrisorio, consigue lo que muchos filmes históricos no logran con despliegue épico: despertar una auténtica inquietud intelectual. El guion —obra póstuma de Jerome Bixby, autor de clásicos de la ciencia ficción como The Twilight Zone o Star Trek— se despliega como un ejercicio de pensamiento especulativo de altísimo nivel.
El protagonista, John Oldman, representa un imposible: un Homo Sapiens del Paleolítico superior que ha sobrevivido hasta nuestros días. Esto nos obliga a volver la vista atrás hacia la Prehistoria, una época que el cine suele tratar desde el cliché o la comedia. Aquí, en cambio, se toma con respeto y seriedad. El espectador se ve confrontado con temas tan densos como el origen del conocimiento, la evolución de la cultura o el nacimiento de las religiones1.
A lo largo de la conversación —que es toda la película—, Oldman menciona hitos claves de la historia humana: el dominio del fuego2, el arte rupestre, la transición al Neolítico, las primeras estructuras de poder, la filosofía oriental, y hasta su posible influencia en la figura de Jesucristo o encarnación del Mesías. No es tanto un personaje como un archivo viviente, un testimonio imposible que nos enfrenta a la fragilidad de nuestra idea de progreso.
En su obra, Harari, Y. N. (2024). Sapiens: de animales a dioses (Edición Especial 10º Aniversario). Madrid: Debate, nos recuerda que los seres humanos vivieron durante la mayor parte de su existencia como cazadores-recolectores, y que sus conocimientos se transmitían oralmente dentro de pequeños grupos igualitarios. Este tipo de sociedad, basada en la experiencia directa y no en la escritura, encajaría perfectamente con el pasado del protagonista de El hombre de la Tierra, cuya sabiduría proviene, no de los libros, sino de la vivencia acumulada durante milenios.
La película plantea, además, una crítica implícita a la arrogancia del saber académico moderno. Todos los personajes que acompañan a John son doctos: biólogos, antropólogos, teólogos… pero ninguno está preparado para aceptar una verdad que no encaja con sus sistemas de referencia. Lo que se pone en tela de juicio no es sólo el conocimiento científico, sino también el sentido de la historia como relato lineal3.
Esta visión coincide con autores como David Lewis-Williams, quien en La mente en la caverna sugiere que la aparición del arte simbólico en el Paleolítico no fue sólo una expresión cultural, sino la puerta de entrada a una nueva forma de conciencia. En ese sentido, John Oldman no es un sabio, es un testigo. Y su relato no es un acto de erudición, sino de memoria.
Por otro lado, la película también dialoga con la historia de las religiones. Cuando Oldman insinúa haber inspirado (o encarnado) la figura de Jesús, la conversación gira hacia terrenos espinosos, y los personajes reaccionan con incomodidad, hostilidad o negación. Aquí aflora una de las ideas más provocadoras del filme: que los mitos religiosos podrían tener un origen histórico natural, no divino, lo cual conecta con el planteamiento de James Frazer en La rama dorada, donde rastrea la evolución de las religiones desde el pensamiento mágico hasta las grandes religiones monoteístas.
En comparación con películas como Alejandro Magno (Oliver Stone, 2004), que proyectan una visión grandilocuente y militarista del pasado, El hombre de la Tierra se presenta como una propuesta radicalmente contraria: íntima, reflexiva, incómoda. No hay imperios, no hay batallas. Sólo preguntas.
El momento en que fue rodada la película, en pleno siglo XXI, no es casual. La sociedad globalizada de 2007 ya mostraba signos de fatiga respecto a los grandes relatos totalizadores. En esa coyuntura, el filme actúa como espejo de una época que busca sentido no en las estructuras colectivas (Iglesia4, Estado, ideología), sino en el individuo. La desconfianza hacia la verdad revelada, el auge del pensamiento crítico y el relativismo cultural son el caldo de cultivo perfecto para una historia como ésta.
Finalmente, The Man from Earth representa un valioso recurso educativo porque obliga al alumno a pensar. No ofrece respuestas cerradas, sino un mapa de interrogantes. Y en tiempos de ruido, prisa y saturación informativa, eso la convierte en una herramienta pedagógica excepcional.
Curiosidades
- El guión fue escrito por Jerome Bixby durante más de tres décadas y completado poco antes de su muerte en 1998.
- La película se filmó en tan solo ocho días y con un presupuesto próximo a los 200.000 dólares.
- Fue ampliamente difundida a través de redes de intercambio P2P, convirtiéndose en una película de culto entre aficionados a la ciencia ficción.
- En 2017, se estrenó una secuela titulada The Man from Earth: Holocene, también dirigida por Richard Schenkman.
Aplicación didáctica
1. Inicio
1.1. Introducción:
- Investiga la vida y obra de Richard Schenkman y Jerome Bixby.
- Escribe un resumen sobre el Paleolítico superior y sus principales características.
2. Nudo
2.1. Trama argumental y personajes
- Tema: Sintetiza en una sola frase el tema central de la película.
- Argumento: Resume el argumento de la película en 5-10 líneas.
- Personajes principales: Describe brevemente a los protagonistas y su papel en la historia.
3. Desenlace
3.1. Contexto histórico:
Relaciona el relato del protagonista con hechos reales de la Prehistoria y la Historia de las religiones.
3.2. Valoración personal:
¿Crees que la película ofrece una reflexión válida sobre la historia humana? ¿Encuentras elementos actuales en el relato?
Más información
- BIXBY, Jerome (1998). The Man from Earth. Guion original.
- FRAZER, James George (2022). La rama dorada. Madrid: Fondo de Cultura Económica de España, S.L.
- GAYUBAS, A. (24 de octubre de 2024). Paleolítico – Concepto y división temporal. Concepto. https://concepto.de/paleolitico/
- HARARI, Yuval Noah (2024). Sapiens: De animales a dioses (edición especial 10º Aniversario). Madrid: Debate.
- LEWIS-WILLIAMS, David (2015). La mente en la caverna: la conciencia y los orígenes del arte. Madrid: Akal.
- MARTÍN, R. (9 de junio de 2015). «The Man From Earth», el secreto mejor guardado del cine por Internet. GQ España. https://www.revistagq.com/noticias/cultura/articulos/the-man-from-earth/21993.
- El origen de las religiones constituye una cuestión tan antigua como el ser humano mismo, y su estudio atraviesa campos como la antropología, la arqueología y la filosofía. Aunque no existe un consenso definitivo, numerosos especialistas sitúan el surgimiento de las primeras manifestaciones religiosas en torno a hace unos 250.000 años. Estas primeras formas de religiosidad adoptaron, probablemente, un carácter animista, atribuyendo alma o conciencia a los elementos de la naturaleza, los animales e incluso a los antepasados fallecidos, en un intento de comprender y dar sentido a un entorno hostil e inabarcable. La aparición de religiones teístas —aquellas que postulan la existencia de uno o varios dioses con voluntad y poder sobre el mundo— se remonta a una etapa muy posterior, en torno a los 14.000 años atrás.
Este fenómeno coincidió con la sedentarización de las sociedades humanas, el desarrollo de la agricultura y el surgimiento de estructuras sociales más complejas. En este nuevo contexto, los dioses comenzaron a representar no solo fuerzas naturales, sino también principios de orden, justicia, fertilidad o guerra, vinculados a las necesidades y aspiraciones de las primeras civilizaciones. Así, la religión evolucionó desde lo instintivo y tribal hacia formas de culto organizadas, con mitologías, rituales y jerarquías sacerdotales que reflejaban —y al mismo tiempo legitimaban— la estructura social emergente.
Este proceso milenario de configuración espiritual encuentra un eco sorprendentemente lúcido en la película que nos ocupa, donde el protagonista relata su experiencia directa del tránsito entre las formas de espiritualidad primigenias y las religiones organizadas. Al afirmar haber inspirado la figura histórica de Jesús desde una perspectiva estrictamente humana y desprovista de divinidad, el personaje invita a repensar los fundamentos históricos, psicológicos y culturales de la religión. ↩︎ - John Oldman sitúa su nacimiento hacia el final del Paleolítico Superior, una etapa en la que el Homo sapiens ya dominaba plenamente el fuego y había desarrollado herramientas complejas, arte rupestre y formas incipientes de pensamiento simbólico. Ese fuego, domesticado y convertido en instrumento, simboliza en la película mucho más que una simple conquista técnica: es metáfora de la transmisión de conocimiento, del calor de la comunidad y del inicio de un pensamiento reflexivo. ↩︎
- La concepción de la historia como relato lineal alude a una estructura narrativa caracterizada por la disposición cronológica y secuencial de los acontecimientos, desde un inicio determinado hasta su desenlace. Esta forma de organización temporal, ampliamente difundida en la tradición historiográfica y en la literatura pedagógica, prioriza la claridad expositiva y la accesibilidad cognitiva del relato, razón por la cual es habitual en narraciones dirigidas a públicos en formación, como los cuentos infantiles o los manuales escolares. En este tipo de narración, los hechos se encadenan siguiendo una progresión lógica y continua, sin recurrir a disrupciones temporales como anacronías, flashbacks o anticipaciones. Esta linealidad contribuye a generar una experiencia interpretativa coherente y fluida, aunque no por ello exenta de limitaciones en cuanto a la complejidad analítica o la problematización del pasado representado.
Frente a la narrativa lineal, existen otras estructuras que permiten representar el devenir histórico desde perspectivas más complejas o alternativas. La estructura cíclica, por ejemplo, se basa en la idea de repetición de patrones o etapas a lo largo del tiempo —auge, apogeo y decadencia—, y ha sido empleada tanto en cosmovisiones tradicionales como en ciertas corrientes historiográficas de raíz filosófica (por ejemplo, el eterno retorno en Nietzsche o los ciclos civilizatorios en Spengler y Toynbee). Este enfoque tiende a interpretar la historia como un proceso recurrente más que como una evolución acumulativa.
La estructura en espiral, por su parte, conjuga elementos de progreso y repetición: aunque ciertos fenómenos reaparecen, lo hacen en contextos renovados, dando lugar a transformaciones. Es especialmente útil para explicar procesos sociales o políticos de largo alcance —como la lucha por los derechos civiles o los movimientos emancipatorios— que atraviesan fases similares, pero con nuevas significaciones en cada etapa.
Por último, la estructura fragmentaria o no lineal se distancia del relato cronológico tradicional para dar cabida a múltiples voces, rupturas temporales y reconstrucciones parciales del pasado. Esta modalidad, característica de la historiografía postmoderna y de las narrativas posbélicas o de la memoria histórica, pone en cuestión la posibilidad de una historia única, objetiva y continua. En su lugar, enfatiza la contingencia, la subjetividad y la pluralidad de perspectivas, a menudo en tensión entre sí.
Cada una de estas estructuras responde a diferentes necesidades epistemológicas y pedagógicas. Mientras la linealidad favorece la comprensión básica y el sentido de continuidad, las demás invitan a problematizar el tiempo histórico, a cuestionar los relatos dominantes y a abrir espacio a la complejidad del pasado. ↩︎ - Entiéndase como Iglesia como paradigma de toda religión organizada. Se entiende por religiones organizadas aquellas formas de religiosidad que han desarrollado una estructura institucional compleja, con doctrinas definidas, jerarquías clericales, textos sagrados codificados y rituales estandarizados. A diferencia de las creencias espirituales más espontáneas o de las religiones de tipo tribal, las religiones organizadas no dependen exclusivamente de la transmisión oral o de la experiencia individual, sino que articulan un cuerpo doctrinal sistemático que regula la vida espiritual y moral de sus fieles.
1. Orígenes históricos
Las primeras manifestaciones de religiones organizadas aparecen con el surgimiento de las primeras civilizaciones urbanas, en torno al IV milenio a.C., en lugares como Mesopotamia, Egipto, el valle del Indo o China. La necesidad de cohesionar sociedades cada vez más complejas, y de legitimar el poder político, favoreció el desarrollo de sistemas religiosos con templos, sacerdocios especializados y leyes religiosas. En estas sociedades, lo religioso y lo político estaban profundamente entrelazados: el rey-sacerdote, el faraón divinizado o el emperador hijo del cielo son figuras representativas de este proceso.
2. Elementos constitutivos
Las religiones organizadas presentan una serie de rasgos comunes:
Textos canónicos, que recogen las revelaciones, normas, mitos fundacionales y prescripciones éticas (como la Torá, el Corán o los Vedas).
Autoridad religiosa centralizada o jerárquica, que regula la interpretación de la doctrina y la práctica del culto (iglesias, ulemas, sanghas).
Instituciones estables (templos, monasterios, escuelas religiosas) que permiten la conservación, enseñanza y expansión del sistema religioso.
Rituales codificados, que marcan el calendario litúrgico y los momentos clave de la vida individual y comunitaria.
Universalismo potencial, en muchos casos: a diferencia de las religiones étnicas o locales, las religiones organizadas tienden a la expansión y a la conversión.
3. Evolución y globalización
Con el tiempo, muchas de estas religiones se expandieron más allá de sus territorios de origen, convirtiéndose en religiones universales. Es el caso del cristianismo, el islam o el budismo, que, a partir de sus contextos históricos concretos, articularon una vocación misionera y construyeron redes transnacionales. En este proceso, las religiones organizadas han sido tanto vehículos de civilización como instrumentos de poder, implicándose en la configuración de imperios, leyes y culturas.
En la actualidad, siguen desempeñando un papel relevante no solo como sistemas de creencias, sino también como actores sociales, políticos y culturales, en constante diálogo —y a veces tensión— con la modernidad, la ciencia y los movimientos seculares. ↩︎