Instituto Universitario de posgrado (IUP)

El promotor de CineHistoria, Tomás Valero, asegura que tanto la novela como el cine son vehículos válidos para emplearse en las clases de historia. Subraya, además, la buena respuesta de los alumnos cuando el séptimo arte se lleva a las aulas. Licenciado en Historia y profesor de Secundaria, ha empleado estudios propios sobre películas como Blade Runner (Ridley Scott, 1982) o Goodbye, Lenin! (Wolfgang Becker, 2003) para lanzar su proyecto personal. Pantalla Histórica se ha acercado a su particular ventana y ha descubierto, gratamente, muchas sorpresas. Esta entrevista se ha enfocado en su experiencia al llevar los filmes de corte histórico a las aulas.

¿Cómo se fraguó el proyecto de CineHistoria?

Concebí la idea de crear un sitio web sobre Cine e Historia movido por una insaciable curiosidad intelectual, pues, por regla general, a quien le domina el deseo por aprender, le es dado sumergirse en el silencioso universo del archivo. Pero, más allá de la indomable necesidad de emprender un viaje de descubrimiento, el cine me reveló otras gratas sorpresas. El cine, a mi juicio, podría definirse como “arte total”, ya que -como poco, plásticamente-, posee la virtud de proyectar sobre el lienzo otros modos de expresión artística, pero, además de eso, es un testimonio vivo de su tiempo. La imagen en movimiento, aun la silente, es la voz de la Historia. 

Dicho esto, pensé que el mejor tributo contemporáneo que podía rendir al séptimo arte era la red de redes. De un lado, Internet es un medio de expresión anárquico, cualidad que ha permitido que todo usuario que se precie tenga la libertad de darse a conocer públicamente y de compartir sus conocimientos. Del otro y, derivado de lo anterior, así como el cine da vida al pasado, Internet permite universalizar los valores inherentes al celuloide. Y qué mejor que refundir un arte y una industria que ya cuenta con más de cien años de Historia, con ayuda de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).

¿Realmente las películas reflejan los ambientes y las idiosincrasias de otras épocas o simplemente enseñan una visión particular del director?

Hay quien cree que el cine no es historia, como quien sostiene, inequívocamente, que el cine sólo refleja el momento histórico al que se circunscribe. Ahora bien, además de dar fe de lo segundo, CineHistoria defiende el valor didáctico que encierra un filme. Varias son las razones, aunque, para simplificar, expondremos dos de las más relevantes: 

  1. Desde sus orígenes, el cine no tardó en convertirse en una poderosa arma propagandística que hizo las delicias de algunas de las mentes más megalómanas de la centuria.
  2. El cine, por lo mismo, es transmisor de valores sociales que, conforme a una adecuada pedagogía, pueden aplicarse en distintas disciplinas académicas, como la Historia.

De ambas conclusiones, se infiere que el cine es un instrumento didáctico de primer orden. Tanto si se tratan períodos más remotos o más recientes del pasado, un filme puede tomarse como ejemplo de ficción o de realidad. Si nos remontamos a la Prehistoria, el filme que con mayor honestidad reconstruye ese período de la génesis humana es, sin lugar a dudas, En busca del fuego (Jean Jackes Annaud, 1981). Ahora bien, el profesor debe tratar, por todos los medios, de descifrar los enigmas del filme y de su creador que, con toda seguridad, aportarán mucha información sobre la idiosincrasia de este último, así como sobre las pulsiones de la sociedad de su tiempo. Pero también, la selección secuencial que del filme haga el docente conforme al rigor científico, contribuirá a que el alumno se haga una idea de lo acontecido entonces o, si por principio, se rechaza esa tesis, le descubrirá otras formas de conocer la Historia.

Brevemente, ¿cómo se puede aprovechar didácticamente una película histórica? ¿Os apoyáis también en material textual, visual o procedente de otras fuentes?

Partimos de la base de que el cine es materia auxiliar de la Historia, no tiene por qué reemplazar, por tanto, al documento tradicional, sino tan sólo complementarlo o, si se quiere, completarlo. ¿Quién no ha tomado como referencia ésta o aquélla película? Algo así es el cine. CineHistoria tiene sus particularidades, pero se inspira en una corriente bautizada como “Historia contextual del cine”, según la cual, tan importante es el contexto histórico en el que el filme se inscribe como el episodio del pasado que evoca. Para CineHistoria y su autor, el episodio que evoca o “recuerdo ficcional” también reviste importancia, pues amplía la proyección histórica que confiere al discente el estudio del pasado. Nos apoyamos, sí, con toda suerte de material. Se disponga de más o menos recuerdos, es innegable que el Cine es muy imaginativo. 

¿Tenéis plena constancia de su efectividad como materiales dentro del aula?

Por supuesto. Huelga decir que para enseñar Historia del Cine o Historia a través del Cine es necesario conocer el Cine y la Historia en todas sus vertientes. La Historia, por definición, es una de las disciplinas humanísticas más heterogéneas. Quien ose hurgar en la noche de los tiempos, retrocederá cronológicamente en todas las direcciones, así que, no sólo conocerá los períodos de la Historia del hombre, sino que acariciará algunas de sus más profundas teorías teológico filosóficas o redescubrirá sus mayores conquistas tecnológicas. El cine no debe quedarse al margen, porque, por si fuera poco, el lienzo es toda una revelación. En este sentido, no sólo se puede enseñar Historia con el cine y a través de él -que se hace, y, por cierto, con mucho éxito sino también, cualquier otra materia. Tenemos el legítimo derecho, pues, de reivindicar la introducción del Cine en el aula de Historia.

A veces, se suele decir que los directores de cine no tienen demasiada formación en el ámbito o que no se documentan lo suficientemente antes de escribir sus películas… 

Esa afirmación es tan cierta como temeraria. No se debe medir a todos por el mismo rasero. Sirva como ejemplo de filme histórico bien documentado, Reds (Warren Beatty, 1981), cuyo asesor histórico fue Robert A. Rosenstone, precisamente, uno de los máximos exponentes de la Historia contextual del cine, teoría que consagra al Cine como testimonio histórico. Es indiscutible que Hollywood se ha consolidado como el arma propagandística del gobierno de los Estados Unidos, que despliega todos sus medios técnicos para infundir, con ayuda de la pantalla, estados de opinión favorables a sus intereses geopolíticos. La literatura filmográfica que se ha gestado con ese propósito suele caracterizarse por el efectismo y éste, a su vez, por pautas de comportamiento que nos recuerdan, sospechosamente, a sociedades en conflicto u otras tensiones actuales que amenazan con convertirse en fenómenos de masas que ponen en riesgo la preeminencia de los valores occidentales. Tal es el caso de 300 (Zack Snaider, 2007), folletín peligrosamente cercano -más para unos que para otros-, a las tesis ideológicas de George W. Bush. ¿Coincidencia? Probablemente, no. Tanto en unos casos como en otros, el Cine nos acerca a la Historia. Ahora bien, ¿a cuál? En este último ejemplo, evidentemente, a la actual.

¿Qué filmes podrían ser paradigmáticos por su interés y rigor históricos? ¿Por qué?

No voy a desgranar aquí un interminable -y discutible- rosario de películas, pero sí puedo remitir al lector a otras propuestas, como la del Prof. Martínez-Salanova, cuya ingente obra de difusión se intuye a través de una lista de películas históricas a las que el internauta puede asomarse mediante la web: http://iris.cnice.mec.es/kairos/mediateca/cinemateca/cinemateca.html perteneciente al Ministerio español de Educación, Política Social y Deporte. Ahora bien, por mi parte, sí puedo, por el momento, sugerir la lista de películas de CineHistoria, muy útiles para la aproximación a la España del siglo XX, y en consonancia, además, con los planes de estudio actuales. Las películas que se exponen en la citada web hablan del momento histórico que evocan y mucho más de aquél en el que se hicieron. Por cuanto se refiere a la Historia universal, considero que habría mucho que decir, pero, para resumir, lo más indicado sería tratar la Historia a través del Cine, período por período (si aceptamos el sistema de periodización convencional) y episodio por episodio. Por poner un ejemplo: si hablamos de la Transición, uno de los filmes más emblemáticos es Siete días de enero (Juan Antonio Bardem, 1977). Si hacemos lo propio con el franquismo crepuscular, no estaría de más citar Salvador (Manuel Huerga, 2006).

¿Responden adecuadamente los alumnos ante iniciativas como ésta? ¿Mejora la calidad y la relación con los alumnos en una asignatura, en opinión de muchos, aburrida?

Por lo general, como antes señalaba, responden muy bien, mejor aún que con las técnicas tradicionales de enseñanza. También es verdad, que no hay que abusar de determinadas prácticas que tienen como fin aplacar el ánimo del alumno, porque de lo que se trata es de enriquecer los contenidos del temario. Invito a quien lo desee a consultar la propuesta didáctica que en su momento publiqué en la web de CineHistoria, accesible, también, a través de la web: http://www.gh.profes.net/apieaula2.asp?id_contenido=47163 

Con respecto a la segunda de las preguntas, es indudable que los alumnos relacionan con facilidad la asignatura de Historia con el vetusto concepto de clase magistral. El cine rompe una lanza a favor del profesor, del alumno y de la asignatura. En este caso, la Historia aparece en el horizonte con un barniz de modernidad que muchas veces se asocia con el clásico profesor que todos recordamos con agrado.

Películas como Gladiator o Alejandro Magno pretenden reflejar los aspectos y costumbres de épocas muy remotas, pero muchas veces se las ha tachado de “poco rigurosas”. ¿Es, a menudo, incompatible el rigor histórico con las expectativas de mercado?

Es fácil pensar que sí, pero, por lo mismo, algo arriesgado. Como apuntábamos atrás, el mercado no siempre es el único y auténtico objetivo del lobby cinematográfico. Prueba de ello, es el incipiente grupo de poder que en ese ámbito ha germinado en España y cuyas acciones, según sople el viento, tienen por objetivo secundar o no la doctrina ideológico-política del partido de turno. Véanse, si no, los múltiples filmes españoles de los últimos tiempos, que guardan, y no, por casualidad, una estrecha relación con la Ley de Memoria Histórica. El caso español es extrapolable a otros. Lo importante es identificar el verdadero objetivo de una obra de difusión masiva, que no siempre tiene por qué regirse únicamente por las leyes del mercado, sino que responde a los intereses de unos o de otros. En resumen, el interés puede radicar no sólo en el lucro, sino también, en crear un estado de opinión que, cómo no, cristaliza con mayor o menor efecto de acuerdo con el grado de ductilidad de la población. Como sabemos, el mejor ejemplo a ese respecto es Orson Welles, cuya meteórica carrera profesional arrancó casi a remolque de un ataque inducido de histeria colectiva.

¿Recuerda alguna anécdota interesante en relación a alguna clase que haya impartido? ¿Por qué?

En algún caso, lo que más me ha sorprendido ha sido el impacto emocional del filme sobre el alumno. He tenido el privilegio de poder introducir el cine en el aula de Historia y de otras materias. Tal es el caso de Tecnología, en un Programa de Garantía Social. Durante más de una sesión proyectamos Una verdad incómoda (Davis Guggenheim, 2006). La crudeza de sus imágenes removió la consciencia de algunos de los alumnos más conflictivos, hasta el punto en que hubo un antes y un después. Como mínimo, los interpelados aprendieron a valorar la inapreciable riqueza del ecosistema. Esa película tuvo un efecto terapéutico, pero lo tuvo, porque los profesores supimos canalizarlo y los alumnos recibirlo con buen ánimo. En otros casos, se han tratado temas de Historia que aparecen en el temario a través del análisis histórico-contextual del cine moderno y, a fe que, con mucho éxito. A menudo, valga a título de ejemplo, se enseña la guerra de trincheras durante la II Guerra Mundial con ayuda de Salvar al soldado Ryan (Steven Spielberg, 1998). En este caso, resulta muy útil para que el alumno se forje una imagen de la lucha cuerpo a cuerpo en que los soldados del frente se batieron durante la mayor conflagración de la Historia.

¿Cuál es su opinión en referencia a la relación Cine-novela histórica?

Literatura, Cine e Historia van de la mano. Hay que tener en cuenta que, así como en la actualidad se da el fenómeno inverso en algunos casos (me refiero a novelar películas), conocido de todos es el proceso embrionario por el que el Cine hubo de atravesar para alcanzar a tener identidad propia y, por ende, definirse como arte e industria. El Teatro y la Literatura estuvieron muy presentes en las primeras grandes firmas. El teatro presidía la estética escenográfica, mientras que la Literatura hacía lo propio con la técnica narrativa. Con el tiempo, sin embargo, el Cine supo emanciparse (permítaseme la personificación). Ahora bien, la ficción cinematográfica adquiere mayor valor, si cabe, si nace de la creatividad del realizador, aunque haya veces en que el influjo literario sea difícil, cuando no imposible, de sortear. Eso mismo ocurre con algunas de las películas inspiradas en un remedo medieval con un inconfundible sabor “shakesperiano”. Qué decir, si no, de Enrique VIII, un personaje que ha poblado las pantallas gracias a la pluma del gran dramaturgo inglés.

¿Qué medio refleja mejor las épocas, la novela o el cine?

Soy de la opinión de que ambos se pueden emplear en la clase de Historia. El Cine, sin embargo, tiene un carácter más plural, porque, como señalaba con anterioridad, posee la virtud de representar en la pantalla cualquier otra manifestación artística. Se hace difícil pensar en lo propio con respecto a la literatura, porque, en tal caso, a cada obra se le asigna un género muy encorsetado. Entre el Cine de ficción y de no-ficción hay una frontera muy tenue, tanto más cuanto que se habla de multitud de géneros y de subgéneros que no se sabe muy bien cómo clasificar. Eso sí, se mire como se mire, todo filme es histórico por cuanto es hijo de su tiempo. Gracias por todo.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

cinehistoria
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.