Introducción histórica


El siglo I d.C. fue un período crucial en la historia de Roma. Judea, convertida en provincia del Imperio desde el 63 a.C., era un hervidero de tensiones religiosas, políticas y sociales. El dominio romano provocaba rechazo entre muchos sectores del judaísmo, dando pie a la aparición de movimientos mesiánicos y revolucionarios. Paralelamente, el cristianismo nacía como una corriente espiritual minoritaria, cuyo mensaje de igualdad y salvación universales se expandía en un mundo gobernado por la jerarquía, la esclavitud y el poder militar. Es, en este cruce de tensiones —entre dominadores y dominados, entre imperio y revelación— donde se sitúa Ben-Hur.
Fechas clave
- 63 a.C.: Pompeyo conquista Jerusalén y Judea se convierte en protectorado romano.
- 6-4 a.C.: Nace Jesucristo, según la tradición cristiana.
- 26–36 d.C.: Poncio Pilato actúa como prefecto romano de Judea.
- c. 30 d.C.: Crucifixión de Jesús de Nazaret.
- 66–70 d.C.: Gran revuelta judía contra Roma, que culmina con la destrucción del segundo Templo de Jerusalén.
Ficha técnico-artística

Título y año: Ben-Hur (1959)
Duración: 212 min
País: Estados Unidos
Director: William Wyler
Guion: Karl Tunberg, basado en la novela de Lew Wallace
Música: Miklós Rózsa
Fotografía: Robert Surtees
Reparto: Charlton Heston, Stephen Boyd, Jack Hawkins, Hugh Griffith
Productora: Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)
Sinopsis
Judá Ben-Hur (Charlton Heston), un noble judío de Jerusalén, es traicionado por su viejo amigo Messala (Stephen Boyd), ahora tribuno romano. Condenado injustamente a galeras y separado de su familia, Ben-Hur sobrevive gracias a su fuerza y espíritu indomable. Su sed de justicia lo lleva a enfrentarse al poder imperial, mientras la figura de Jesús, invisible pero presente, va marcando un camino espiritual que transformará su vida. La historia entrelaza acción, fe y redención en una época donde la religión naciente se enfrenta al poder establecido.
Valoración crítica
Ben-Hur (William Wyler, 1959) es una obra monumental que trasciende el relato bíblico para ofrecer una reflexión profunda sobre la libertad, la fe y el poder. Pero su verdadera riqueza reside en su capacidad para operar en dos niveles históricos simultáneos: el del pasado narrado (la Judea sometida del siglo I) y el del presente en que fue filmada (la América del capitalismo liberal enfrentada al comunismo soviético).
En el plano histórico representado, Ben-Hur nos sitúa en una Judea dominada por el Imperio romano, donde la represión, la esclavitud y la desigualdad social son moneda corriente. Messala, tribuno romano y símbolo del imperialismo, representa la lógica del dominio por la fuerza, el control a través del miedo y la traición como arma política. Frente a ello, Judá Ben-Hur —judío aristócrata caído en desgracia— emerge como figura mesiánica, cuyo viaje vital de venganza a redención está íntimamente ligado al mensaje evangélico de Jesús de Nazaret.
La Roma que retrata el filme es opulenta, despiadada, estructuralmente corrupta y moralmente decadente. Sin embargo, su grandeza técnica —el orden, la eficiencia, el poderío arquitectónico y militar— es innegable. En este sentido, Wyler construye una Roma ambivalente: admirable por su forma, detestable por su fondo. Es, sin lugar a dudas, una metáfora de los imperios contemporáneos.
Y es aquí donde emerge el segundo nivel de lectura: el de la Roma como reflejo del totalitarismo del siglo XX. Estrenada en 1959, Ben-Hur nace en plena Guerra Fría, en un mundo bipolar dividido entre dos grandes bloques. Para el público estadounidense, habituado a identificar a la Unión Soviética con la represión, el ateísmo de Estado y la negación de las libertades individuales, el paralelismo con Roma resulta claro. Messala es, en esta clave, un proto-comisario soviético1; su afán por eliminar toda disidencia y su desprecio por las “lealtades privadas” (familia, religión y patria) remiten directamente al dogma colectivista2 que tanto temía la América conservadora.
Por el contrario, Ben-Hur encarna la figura del hombre íntegro, víctima del sistema, que encuentra su salvación en la espiritualidad. Su resistencia no es sólo política o moral, sino trascendente. La presencia casi etérea de Jesús —al que nunca se muestra directamente— representa el mensaje universalista del cristianismo primitivo3: todos los hombres son iguales ante Dios, incluso bajo la bota del imperio. Ese mensaje no podía ser más funcional en la América de los años 50, que pretendía mostrar al mundo su modelo como el verdadero heredero de la libertad y la justicia universales.
En el fondo, Ben-Hur responde a una lógica típica del cine de posguerra: reconstruir un orden moral devastado por los horrores recientes (Segunda Guerra Mundial, Holocausto, Hiroshima) mediante relatos que afiancen valores eternos: la familia, la fe, el sacrificio, el amor redentor. Pero también proyecta una visión providencialista de la historia, donde todo está predestinado a converger en el triunfo del bien. Ese “bien”, en 1959, tenía nombre: el Occidente cristiano, liderado por los Estados Unidos.
Vista hoy, la película puede parecer excesivamente maniquea, incluso propagandística. Pero eso no le resta valor histórico: al contrario, la convierte en una fuente preciosa para entender cómo el cine construye el pasado en función de las ansiedades del presente. Ben-Hur no sólo habla de Roma ni de Judea. Habla de nosotros, de nuestro deseo de encontrar sentido en la historia, y de nuestro impulso constante por proyectar en el pasado los dilemas del presente.
Curiosidades
- Se construyó una réplica del Circo romano en Cinecittà (Roma), de 460 metros de longitud.
- La carrera de cuádrigas fue filmada sin efectos digitales y requirió más de cinco semanas de rodaje.
- Charlton Heston y Stephen Boyd realizaron muchas de las escenas sin dobles.
- Ganó 11 premios Óscar, incluido Mejor Película y Mejor Director, igualando el récord de Titanic y El Señor de los Anillos: El retorno del rey.
- La novela original fue uno de los libros más vendidos del siglo XIX en EE.UU.
Aplicación didáctica
Introducción
Investiga la figura de William Wyler y su aportación al cine histórico. ¿En qué otros géneros destacó?
Contexto histórico
Analiza la situación política y religiosa de Judea bajo el dominio romano. ¿Por qué existía tanto descontento entre la población judía?
Valoración personal
¿Crees que Ben-Hur transmite valores aún vigentes hoy? ¿Cuál es tu opinión sobre la manera en que se representa el poder romano y el mensaje cristiano?
Más información
- Espinof. (11 de abril de 2022). Ben-Hur es la película definitiva para la Semana Santa. Recuperado de https://www.espinof.com/cine-clasico/ben-hur-es-la-pelicula-definitiva-para-la-semana-santa
- Lillo, F. (1994). El cine de romanos y su aplicación didáctica. Madrid: Ediciones clásicas.
- Lillo, F. (2016). Hijos de Ben-Hur. Las carreras del circo en la antigua Roma. Madrid: Ediciones Evohé.
- Sánchez, J. L. (2004). Diccionario temático del cine. Madrid: Cátedra.
- Wallace, L. (2000). Ben-Hur: una historia de los tiempos de Cristo. Barcelona: Edhasa.
- El término proto-comisario soviético alude a una figura que, sin ostentar oficialmente el cargo de comisario del régimen soviético, ejercía funciones análogas de control ideológico y supervisión política, similares a las que desempeñaban los comisarios oficiales en ámbitos como el ejército, la industria o la educación. ↩︎
- En el colectivismo, los derechos de la colectividad prevalecen sobre los individuales. Se parte de la premisa de que ningún individuo debe destacar por sí solo sin recurrir a los demás, ya que sobresalir o dominar implica servirse de terceros en beneficio propio. ↩︎
- Etapa histórica del cristianismo desde la crucifixión de Jesús (c. 30 d.C.) hasta el Primer Concilio de Nicea en 325 d.C. ↩︎