
¡Bienvenido, Mr. Marshall!
La reacciones que el filme concitó en Cannes pudieron haber derivado en un conflicto diplomático, de no haber sido por las maniobras políticas del Gobierno español, que pasaban por aceptar el liderazgo estadounidense en una campaña de cesión de parcelas de soberanía. Evidentemente, dichas reacciones no constituyen la principal causa de la política de alianzas que el Gobierno franquista emprendía mediados los cincuenta con Estados Unidos, pero sí contribuían a tensar las relaciones entre ambos gobiernos. Entre las numerosas anécdotas, valga con enumerar las siguientes:
- Durante las últimas secuencias del filme, una bandera estadounidense desaparecía por un sumidero, lo que provocaba la ira del actor Edward G. Robinson, miembro del Jurado de la Sección Oficial, que hizo presión para que ¡Bienvenido, Mr. Marshall! (Luis García Berlanga, 1952) no obtuviera la Palma de Oro. Es curiosa, cuanto menos, la reacción del actor, pues él mismo había sido víctima de la «caza de brujas» en su país.
- La delegación estadounidense protestó porque la película se promocionó mediante la distribución de billetes de un dólar con las caras de Pepe Isbert, Lolita Sevilla y Manolo Morán. Berlanga fue convocado a comparecer en la «Préfécture» (Comisaría de Policía) del municipio. Todo quedó en una incómoda amonestación.
- El estreno del filme coincidió con la llegada a Madrid del embajador estadounidense quien, a su paso por la avenida de la Gran Vía, creyó que los carteles que anunciaban la película se referían a él.
Hoy todos estos hechos forman parte de la anécdota, pero, en su momento, no pasaron desapercibidos. Afortunadamente, ¡Bienvenido, Mr. Marshall! está considerada como una de las mejores películas de la historia del cine español y, como tal, una fuente primaria de la mentalidad de una época.