HUESO, Ángel Luis. (1998). «El cine y el siglo XX». Barcelona: Ariel
E l autor del libro, Ángel Luis Hueso, es catedrático de la Historia del Cine de la Universidad de Santiago de Compostela, y ha publicado libros como Historia de los géneros cinematográficos (Materiales bibliográficos y filmográficos), Catálogo dos fondos cinematográficos nos arquivos públicos galegos, o La exhibición cinematográfica en La Coruña (1940-1989).
La obra El cine y el siglo XX está dividida en tres partes, cada una de las cuales se subdivide, a su vez, en capítulos:
Aproximación al mundo del cine
El cine, testimonio de la sociedad política
Economía, arte y literatura
En la primera parte, el autor explica las razones que animan a la sociedad actual a aproximarse al cine:
Por otra parte, muchos son los elementos que contribuyen a enriquecer la capacidad expresiva del cine: los planos, la iluminación, la banda sonora, etc. Ahora bien, no hay que olvidar todo el entramado humano que forma parte de “la película”, el paradigma del cine. Todos ellos aportan un mensaje, un contenido. Entre la proyección de la película y el espectador que asiste a la misma se establece una comunicación, la película habla y el espectador escucha, pero, a su vez, participa activamente.
En la segunda parte, se nos presenta el cine como un medio de aproximación a la historia del siglo XX. En cada episodio histórico, el cine adopta unas características determinadas. Así, durante la Primera Guerra Mundial era un elemento indispensable para difundir ideologías y justificar las intervenciones.
El cine en los distintos territorios donde reinaba el totalitarismo se caracteriza por la exaltación del partido y de los grandes hombres del pasado, pero cada uno tenía además, sus propias particularidades:
En Estados Unidos, el cine de Roosevelt era el vehículo de difusión de las ideas del New Deal.
En Francia, destacaba el cine dirigido por el Frente Popular, que defendía, a través de las imágenes, el cooperativismo obrero.
El cine evoluciona a la par que la historia. De ahí que, tras las dos conflagraciones mundiales y el advenimiento de un nuevo periodo histórico marcado por la guerra fría, destacara la lucha contra el comunismo, muchas veces vinculada a la caza de brujas. Pero junto a ese tipo de cine, en cada país se desarrolla un cine particular, que responde a los acontecimientos que se desencadenan en cada territorio.
En Francia, tras los acontecimientos de mayo de 1968, nace un cine de crítica social.
En Estados Unidos, durante la guerra del Vietnam, el cine se caracteriza por el paralelismo entre los tipos de películas y los mandatos presidenciales demócratas y republicanos.
En Iberoamérica, la inestabilidad social se manifiesta de las más diversas formas según sea el caso. En Cuba, se exalta la Revolución; el “tropicalismo” en Brasil; y en Argentina, sobresale el cine negro.
En España, cuatro son los rasgos que determinan su evolución histórica:
Como colofón, se abordan la relación existente entre las manifestaciones artísticas contemporáneas y el ámbito cinematográfico; y la literatura en el cine.
En primer lugar, de entre las manifestaciones artísticas más conocidas, sobresalen:
Por último, la literatura no sólo está unida al cine; el cine, además, transforma la literatura. Ésta puede adoptar la forma de una película épica, o bien, de un serial.
La división temática de la obra es adecuada, porque permite a quien lo lee iniciarse en el conocimiento del mundo del cine, aunque no con profundidad, lo que denota su intención divulgativa.
Por otra parte, el autor sigue un criterio todo lo más objetivo posible, aunque no puede evitar incidir en unos aspectos más que en otros, en lo que atañe a la relación entre el cine y su entorno histórico. Destaca “el cine, como testimonio de la sociedad política”[3]Ibídem, p. 5., y, al contrario de lo que cabría esperar, evita hablar con detalle de las relaciones entre las manifestaciones artísticas contemporáneas y el cine. El cine es un arte, que, como tal, se ha convertido en una fuente histórica a través de la cual podemos acercarnos al conocimiento de nuestro pasado. Pero no deja de ser un arte, y, como consecuencia de ello, un fenómeno cultural. El cine es cultura, y la cultura también forma parte de la historia, no sólo la política o la economía.
Muchas veces, pensamos que las manifestaciones artísticas o culturales van a la zaga de los acontecimientos del momento, pero no es menos cierto que las más de las veces son el resultado de un proceso embrionario que culmina en el momento más oportuno.
Una amplia bibliografía denota el interés del autor por acercar a sus lectores al mundo del cine. Ésta está dividida en siete apartados:
Como se puede ver, cada apartado está lo más acertadamente relacionado con los temas tratados por el autor.