Me encanta la Historia
Dirigida y protagonizada por Alan Alda, Dulce libertad (1986) es una alegoría de los desencuentros que se desencadenan entre el historiador y el realizador cuando el texto histórico cobra vida a través de la imagen animada. La moraleja de tan accidentada trama es que tanto el uno como el otro hacen historia, aunque, en muchas ocasiones, a su propia imagen y semejanza. La falta de entendimiento mutuo emana de los diferentes códigos a los que obedece la percepción que cada uno de ellos tiene de la realidad pasada. Alda ha sabido conjugar rigor con humor a pesar de haber dirigido, para muchos, un proyecto malogrado por las exigencias de una audiencia que se complace en el entretenimiento banal, pero rehuye el infecundo academicismo de relamidos eruditos.